Ausencia de fe
Siempre que pienso en la duda recuerdo una conversación que tuve
en la que alguien muy sabio decía que, ésta solo existía en los vacíos donde la
fe no estaba sembrada.
Creo que todos convivimos con la duda pero reconocerla es un paso
importante para restarle poder y empoderar correctamente nuestra vida hacia el
lugar al que queremos llegar.
Dudar en si no tiene problema, la duda permite momentos
importantes de reflexión y análisis, es una oportunidad inmensa para filtrar y
elegir verdaderas opciones y caminos; lo nocivo aparece, cuando la duda es un
estilo de vida que me mantiene en estado de alerta y fatiga interpretando al
mundo y a las personas como posibles fuentes de daño.
Me gusta hablar de la fe porque hace parte de mi experiencia de
vida y creo con total certeza que ésta se desarrolla y se fortalece a medida
que aprendo a fluir en ese plan invisible que fue diseñado para cada uno de
nosotros.
Pero al hablar de fe lo que les propongo es analizar qué tan
ausente o presente estamos de ella y que tanta presencia tiene la duda sobre mi
vida.
Una vida en duda permite la intromisión y la opinión de todos, es
una vida ajena vivida a partir de la experiencia y/o deseos de otros, porque al
no tener confianza de quien soy y por donde me muevo, siempre tendré que
esperar que alguien más decida y al permitirlo simplemente me convertí en un
espectador de lo que podría ser.
Recuerdo la película The Truman Show y creo que es la mejor forma
de mostrar como al dudar, dejo el control en manos de otros para que planeen y
construyan un mundo que tal vez está muy lejos de la realidad que me merezco y
deseo tener.
Dudar tiene un orden natural para ayudar, pero vivir en la duda
solo fomenta la ausencia de ti y tu eres la pieza más importante en el diseño
de tu propia vida.