De la creencia a la seguridad
Siempre que emprendemos nuevos proyectos les imprimimos deseos,
intensiones, emociones y mucha fuerza o fe para que se materialicen y nos
permitan estar en el punto donde soñamos.
En estos días conversando con uno de nuestros clientes concluimos
que, aun cuando somos buenos arquitectos de nidos, entendiendo que cada nido es
un gran sueño, muchas veces nos equivocamos en donde alojamos esos nidos, y esto
conlleva a que en ocasiones, nuestro nido no resulte tan grandioso como lo
soñamos.
Sin embargo y pese a que la naturaleza misma nos indica que
estamos en el lugar equivocado, aun así, nos sostenemos de él, lo intentamos re
acomodar, le damos forma y color convencidos de que si puede ser cuando, el
problema está en que no pertenece al lugar donde lo pusimos.
Cuantas veces no hemos caído en la trampa de creer que estamos en
el mejor de los nidos, cuando en realidad solo estamos aferrados a no perderlo
por ser tal vez lo mejor que creo posible para mi vida, incluso a pesar de que
sepamos que no llena nuestro interior.
Y aquí recordé los últimos años que trabaje como dependiente, en
los cuales me sentía prisionera de una rutina que sólo me estaba carcomiendo,
pero que justificaba en la necia idea de que no sería fácil encontrar algo
mejor. El día que abandoné ese nido
aprendí a volar con mayor fuerza, a construir nuevos nidos, a disfrutarlos al
máximo porque también descubrí que no hay nidos eternos, solo son transitorios
y sirven solo y si tienen la capacidad de llenar mi interior, cuando mi
interior comienza a sentirse perdido, es momento de emprender el vuelo y
construir uno nuevo.
Si es posible vivir de sueño en sueño o de nido en nido, solo
debemos tener la capacidad de creer para crear y disfrutar, lo que sigue es
simple, agradecer y soltar.
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