Creo que todos de una u otra forma afrontamos la vida con una
maleta llena de cargas que en muchos casos llegan a asfixiar lo que somos y nos consume con su gran peso.
Hay varias formas de liberarnos sanamente de las cargas, pero
primero hay que entender que es una carga y cuál es el origen de la misma.
Una carga es una tarea incompleta, esta tarea puede ser de sentido
emocional, económico, profesional, familiar, afectivo, tiene muchas
posibilidades en el origen pero una sola necesidad: atención y perdón.
Las cargas llegan a mi “maleta” de dos formas: me la impuse yo
mismo o me la impusieron condiciones externas a las que les di demasiado poder.
Cuando aceptamos una carga, le restamos espacio a la visión de la
vida que soñamos y en cambio posicionamos una debilidad como fuente de la razón
por la que vivo como vivo o estoy donde estoy.
Una carga auto impuesta es aquella aparente “deuda” con la que
aceptas vivir porque erróneamente sientes que es necesaria para recordarte el
propósito de la vida, pero no es así, para lo que realmente sirve es para
frenarte y cambiarte el rumbo de lo que podrías ser si fueras libre de ella.
Cuando mi papá murió yo tenía 14 años, luego de pelearme con Dios
y con la vida asumí el rol de papá en mi casa. Nadie me lo pidió, yo
simplemente lo tome creyendo que podría apoyar a mi familia desboronada para
seguir adelante; y por muchos años así fue, pero yo seguía sintiéndome ahogada
del peso que cada día cobrara esa decisión. Un día alguien puso el dedo en mi
llaga y me dolió tanto que entendí que lo único que estaba haciendo era
tratando de corregir mi falta de presencia en los últimos días de vida de mi
papa. El día que lo dejé ir, mi vida se
liberó.
No
muy lejos de mi historia están las cargas que nos imponen quienes nos rodean,
cargas que buscan vivir la vida que no se tuvo, ser quien no se es y lo que es
más delicado, es una sutil desaprobación de quien eres.
Siempre
que recibes una carga de alguien, tú te quitaste del timón de tu vida para
dárselo a otro. ¿Vale la pena ser anulado?, ¿es un gesto de amor o respeto
permitir que otros tracen nuestro rumbo?, jamás habrá un mejor navegante para
tu vida que tú mismo, sólo debes reconocerte tal y como eres y ser capaz de
entender que no siempre estarás en aguas tranquilas pero que si tendrás siempre
las herramientas para volver a ellas.
Las
cargas que asumimos deben ser conscientes y consecuentes con nuestro proyecto
de vida y más aún deben tener un tiempo de caducidad, cuando ya lo haya
superado, debo soltarla y darle espacio a mi bolsa de viaje para nuevas cosas.