miércoles, 6 de marzo de 2019

Tentación: Pecado u Oportunidad?



Cando hablamos de tentación, estamos generando de inmediato condicionamientos de tipo religioso, social, familiar, profesional, etc.; pero la realidad del concepto propone entender más allá de lo que en el exterior se reconoce como tentación.

La tentación como definición general propone la satisfacción personal a mediano o largo plazo como consecuencia de una actividad o decisión poco planeada o de coartar o impulsar a otros en situaciones prohibidas o restringidas.

Mi propuesta hoy, basada en mi propia experiencia, es entender a la tentación como una oportunidad para desarrollar un valor de mucha relevancia en la vida: la voluntad.

Todos buscamos tener la voluntad necesaria para estudiar, madrugar, hacer deporte, comer sano, y así un sinfín de actividades que conscientemente sabemos necesitamos desarrollar pero que carecen de poder, tiempo y priorización a la hora de ser consecuentes en su materialización.

La voluntad, se encuentra entonces un nivel poco eficiente porque nos hemos encargado de sabotearnos tantas veces que ya ni siquiera intentamos aquello que anhelamos y deseamos porque de entrada ya estamos preparando el escenario para el fracaso y surgen las una y mil justificaciones, todas ellas, coherentes, argumentadas y muy probadas sobre él porque eso a mí no me funciona.

Las tentaciones surgen entonces en nuestra vida como esa voz de alerta que emerge para retarnos, cuestionarnos y desarrollar verdaderos seres humanos capaces de distinguir lo honesto de lo íntegro, la fuerza y la debilidad, el deseo y las excusas, el compromiso y la decepción.

No importa cuántas veces hayamos sido presas de la tentación lo importante es cuanto hemos aprendido y cuan dispuestos estamos para emprender verdaderos caminos de crecimiento y fortalecimiento.

La voluntad no viene dosificada pero si tiene el poder de transformar vidas y de multiplicarse en otros.

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