viernes, 13 de julio de 2018

Humildad





Una sutil invitación al aprendizaje

Hace un par de días descubrí que la humildad es un concepto tan poderoso que, si se contemplara y, sobre todo, se extrapola a la vida cotidiana, sería suficiente para generar una transformación interesante que propusiera un giro a la sociedad.

El termino por sí mismo propone la disminución de un ser humano en comparación con las cosas (materiales, profesionales o espirituales) que posea, es decir, que usado de la forma incorrecta es jamás verse o sentirse a la altura de otros: y siendo sinceros, así es como en la vida cotidiana se entiende y se vive el concepto de la humildad.

Pero qué pasaría, ¿si le diéramos una interpretación diferente? Para mí, más que ser clasificada como virtud, debería ser identificada como un estilo de vida propositivo, libre de estereotipos y lleno de conciencia y claridad sobre lo que verdaderamente implica vivir.

Alguien con verdadera humildad comprende que, para dormir bien, esto se puede hacer en una cama King con colchón ortopédico o en colchón sencillo bellamente acomodado en una estiba lijada y pintada con cariño.

Que para cenar a la altura se puede al calor de un rico vino o de una tasa caliente de chucula artesanal.

Que una simple pared puede reflejar el gusto de quienes viven allí con un bello cuadro de Picasso o monet o con hermosos avisos hechos a manos que invitan a querer lo que comparten.

Que comprender el valor de cenar en familia engrandece, pero que si no la tienes, y lo haces con tus amigos, gatos o perros también.

Que soñar en grande es tan válido como solo soñar, porque el impacto, proyección y disfrute al final del proceso solo se lo darás tú mismo.

Ser humilde para mí, implica aceptar con libertad y determinación, esa sutil invitación que nos hace la vida para el aprendizaje, la experiencia y el disfrute.   

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