miércoles, 4 de julio de 2018

Aprendiendo a Viajar Ligeros de Equipaje

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El Poder de Cerrar Ciclos

Cuando nos enfrentamos a momentos decisivos en la vida, entramos en procesos que muchas veces nos llevan a re plantear, re dirigir y muchas veces, a volver comenzar.  Estos procesos nos cuestionan sobre la capacidad que tenemos para resolver las situaciones pero más que eso, son momentos que nos proponen es un verdadero auto descubrimiento.

Todo auto descubrimiento requiere, además de honestidad individual, reconocer que los ciclos se deben cerrar correctamente para no seguir avanzando con lastres que tarde o temprano van a terminar deteniendo nuestra marcha o convenciéndonos que es mejor no continuar.

Desde que nacemos nos movemos en tiempos o ciclos que implican crecer y proyectarse. Aprender a caminar, comer solos, avanzar en las diferentes etapas educativas, el trabajo, el noviazgo, el matrimonio, los hijos, hasta el lugar donde vives o los mismos hábitos que tenemos.

Un día te levantas con la intensión de avanzar y entonces te cortas el pelo, renuncias, te mudas, vendes el carro, te vas de la casa.

Todos y cada uno de esos movimientos requieren la ejecución de dos acciones consientes: gratitud y perdón.

Estos dos elementos son indispensables para avanzar, la ausencia de cualquiera de los dos lesiona el proceso y cambia radicalmente el rumbo.

Alcanzar la gratitud al cerrar ciclos es entender que todo, y digo todo, se debe ver con los ojos de la gratitud. Experiencias buenas nos proyectan, ratifican nuestros sueños y deseos, nos impulsan y alientan a continuar con esa aparente seguridad que nos indica el corazón de que todo es posible. Las experiencias malas por su parte, nos ubican, aleccionan, enfocan y nos muestran por donde, con quien o como no continuar; pero si lo vemos más allá del dolor, la tristeza o la frustración experimentada, son esos momentos de quiebre los que de verdad nos catapultan hacia algo totalmente diferente y posiblemente mucho mejor de lo que suponíamos era ideal.

Agradecer libera, limpia el canal de comunicación contigo mismo y el universo que interconecta todo cuanto somos.

El perdón por su parte, es un acto de bondad que debe arrancar por mí antes que con cualquier otra persona.  Perdonarse implica romper el paradigma de la culpa (que no existe), y entender que en toda acción está presente algo que se llama responsabilidad.

Cuando entiendo esta gran diferencia, encuentro la guía para iniciar un verdadero camino de perdón.  Perdonarse así mismo es tal vez una de las acciones más complicadas porque exige que ya no participes del rol de victima ni de victimario, que contemples todo el panorama y no solo tu herida, que descubras en las cicatrices la belleza del aprendizaje, de las oportunidades y de la vida misma.

Dar el siguiente paso hacia el perdón con otros, es ahora más simple, y eso se logra comprendiendo que al frente no tienes enemigos, solo maestros que te están enseñando como construir cada día, una mejor versión de ti mismo.

El ciclo que quieras, en la medida que busques y necesitas se puede cerrar agradeciendo y perdonando, solo requiere de un ser humano listo para aprender a volar ligero de equipaje.

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