El Poder de Cerrar Ciclos
Cuando
nos enfrentamos a momentos decisivos en la vida, entramos en procesos que
muchas veces nos llevan a re plantear, re dirigir y muchas veces, a volver
comenzar. Estos procesos nos cuestionan
sobre la capacidad que tenemos para resolver las situaciones pero más que eso,
son momentos que nos proponen es un verdadero auto descubrimiento.
Todo
auto descubrimiento requiere, además de honestidad individual, reconocer que
los ciclos se deben cerrar correctamente para no seguir avanzando con lastres
que tarde o temprano van a terminar deteniendo nuestra marcha o convenciéndonos
que es mejor no continuar.
Desde
que nacemos nos movemos en tiempos o ciclos que implican crecer y proyectarse.
Aprender a caminar, comer solos, avanzar en las diferentes etapas educativas,
el trabajo, el noviazgo, el matrimonio, los hijos, hasta el lugar donde vives o
los mismos hábitos que tenemos.
Un
día te levantas con la intensión de avanzar y entonces te cortas el pelo,
renuncias, te mudas, vendes el carro, te vas de la casa.
Todos
y cada uno de esos movimientos requieren la ejecución de dos acciones
consientes: gratitud y perdón.
Estos
dos elementos son indispensables para avanzar, la ausencia de cualquiera de los
dos lesiona el proceso y cambia radicalmente el rumbo.
Alcanzar
la gratitud al cerrar ciclos es entender que todo, y digo todo, se debe ver con
los ojos de la gratitud. Experiencias buenas nos proyectan, ratifican nuestros
sueños y deseos, nos impulsan y alientan a continuar con esa aparente seguridad
que nos indica el corazón de que todo es posible. Las experiencias malas por su
parte, nos ubican, aleccionan, enfocan y nos muestran por donde, con quien o
como no continuar; pero si lo vemos más allá del dolor, la tristeza o la
frustración experimentada, son esos momentos de quiebre los que de verdad nos
catapultan hacia algo totalmente diferente y posiblemente mucho mejor de lo que
suponíamos era ideal.
Agradecer
libera, limpia el canal de comunicación contigo mismo y el universo que interconecta
todo cuanto somos.
El
perdón por su parte, es un acto de bondad que debe arrancar por mí antes que
con cualquier otra persona. Perdonarse
implica romper el paradigma de la culpa (que no existe), y entender que en toda
acción está presente algo que se llama responsabilidad.
Cuando
entiendo esta gran diferencia, encuentro la guía para iniciar un verdadero
camino de perdón. Perdonarse así mismo
es tal vez una de las acciones más complicadas porque exige que ya no
participes del rol de victima ni de victimario, que contemples todo el panorama
y no solo tu herida, que descubras en las cicatrices la belleza del
aprendizaje, de las oportunidades y de la vida misma.
Dar
el siguiente paso hacia el perdón con otros, es ahora más simple, y eso se logra
comprendiendo que al frente no tienes enemigos, solo maestros que te están
enseñando como construir cada día, una mejor versión de ti mismo.
El
ciclo que quieras, en la medida que busques y necesitas se puede cerrar
agradeciendo y perdonando, solo requiere de un ser humano listo para aprender a
volar ligero de equipaje.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario