El
ímpetu, el temperamento, las ganas y hasta la misma necesidad nos convierte
muchas veces en seres impulsivos, poco racionales y apresurados en la vida.
Estas
condiciones nos ponen con frecuencia en situaciones de agotamiento por la
carrera que emprendimos, de frustración porque no siempre vamos a lograr las
cosas como las pensamos, de vacío interior, porque nos dimos cuentas que, a
pesar de haberlo logrado, no nos llenó, puede incluso ponernos en una posición
derrotista por considerarnos incapaces de cualquier reto.
Conociendo
un poco la historio de Ennio Salazar un abogado titulado y hecho a pulso, quien
estuvo viviendo mucho tiempo en lo que él considera “desorden” (rumbas,
alcohol, derroche), descubrimos, como él encontró un camino interesante para
pausar a sus impulsos, ponerse en la posición reflexiva que en ocasiones
omitimos y “decantar” lo que está sucediendo.
“Nuestros
impulsos nos mueven hacia 3 cosas:
.
Yo quiero
.
Yo siento
.
Yo hago
Esos
impulsos requieren que yo los analice y los canalice, y la forma de hacerlo es
preguntándome:
.
¿Me conviene?
.
¿Es prudente?
.
¿Es
necesario?
La
vida requiere momentos para decantar, esa pausa de reflexión puede aligerarnos
el paso y llevarnos a la meta, en lugar de ponernos allí muy rápido, pero sin
un piso real.
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